Nota a pie de página sobre Israel y Palestina
El conflicto Israel-Palestina divide a la izquierda. Queremos intentar facilitar el debate y tender puentes. Tenemos claro que la masacre del 7 de octubre no es un acto emancipador y que la guerra de bombardeos contra Gaza, con decenas de miles de víctimas, no es una legítima autodefensa. El antisemitismo no tiene cabida en BUKO, como tampoco otras formas de racismo y discriminación.
Es crucial que diferenciemos entre el pueblo judío, lxs ciudadanxs israelíes y el Estado de Israel, tanto cuando se atacan sinagogas en respuesta a la acción militar israelí como cuando las protestas contra la guerra de Israel se tachan de antisemitas de forma generalizada. La misma distinción se aplica también a lxs palestinxs y a Hamás, que no pueden equipararse. También es importante señalar que el conflicto se caracteriza por unas relaciones de poder desiguales, como deja bien claro la guerra de Gaza.
Es cierto que el sionismo se diferencia de otros colonialismos europeos en que no existe una "madre patria" y otros colonos europeos no huían de siglos de discriminación o incluso de genocidio. También es cierto que el sionismo también consistía en comprar la tierra a los nativos supuestamente atrasados o arrebatársela y expulsarlos, por lo que se hablaba abiertamente de colonialismo, como ilustra la "Palestine Jewish Colonisation Association". Es cierto que la guerra de 1948 no sólo condujo a la Nakba, la expulsión violenta de 750.000 palestinos de lo que hoy es Israel, sino también a la expulsión de judíos de los Estados árabes vecinos. Estas hostilidades tuvieron lugar principalmente como reacción a los desplazamientos y expulsiones en Palestina. Es cierto que el Gran Muftí de Jerusalén, líder central del nacionalismo palestino anticolonialista, era antisemita y colaboró con los nazis. También es cierto que los líderes del nacionalismo sionista no lucharon por una coexistencia igualitaria con los palestinos. Es cierto que el colonialismo británico actuó como fuerza protectora del movimiento sionista durante mucho tiempo, pero la fundación del Estado de Israel se impuso en su contra. Sin embargo, lo mismo podría decirse de la fundación de Estados en Estados Unidos y Sudáfrica. Es cierto que el plan de partición de 1947 fue propuesto por mayoría en las Naciones Unidas -donde en aquel momento, debido al colonialismo, la mayoría de los pueblos de Asia y África aún no tenían voz ni voto-. El pueblo palestino afectado y los Estados árabes vecinos tampoco estuvieron nunca de acuerdo con este plan. También es cierto que desde 1967 existe una ocupación que viola el derecho internacional, caracterizada por el asentamiento ilegal de colonos en Cisjordania. También es cierto que el movimiento no violento BDS utiliza el boicot a instituciones culturales, económicas y académicas para lograr sus objetivos. El movimiento exige el fin de la ocupación, la igualdad de derechos para los palestinos israelíes y el derecho al retorno de los desplazados. Sin embargo, también es cierto que hay repetidas declaraciones antisemitas desde las filas de este movimiento. La lista podría continuar y algunas declaraciones podrían sin duda diferenciarse, pero la cuestión central para nosotros es: ¿cómo es una posición internacionalista de izquierdas en esta situación mixta que reconozca los derechos y los medios de vida de todas las personas, las víctimas y el dolor de ambas partes, sin establecer jerarquías y sin estar ciego de un ojo?